La infraestructura del sistema social en el que vivimos se mantiene gracias al supuesto indisoluble de la legalidad, es decir todas nuestras acciones están sujetas a códigos que buscan mantener el orden. Todo esto se establece mediante un contrato social previo, en el que el mecanismo gubernamental funciona por tres ejes importantes: el poder ejecutivo, el judicial y el legislativo; y en teoría todos los ciudadanos aceptamos lo establecido en esta estructura.
Pero… ¿lo que consideramos legal lo ha sido desde siempre?
Las sociedades son diacrónicas, las estipulaciones aceptadas como legales el día de hoy no lo fueron necesariamente en el pasado. Por ejemplo, el blindaje automotriz es más regulado de lo que era anteriormente. El concepto de legalidad siempre se verá transformado por los tiempos políticos, económicos, el paso de las décadas, zonas geográficas y contextos históricos.
Sin embargo, hay ciertas acciones que siempre serán vistas como ilegales y que por lo tanto se han castigado en distintos momentos de la historia. Se trata, en su mayoría, de actos que ponen en peligro la integridad de las personas, el homicidio, por ejemplo, sobre todo si se cataloga como culposo. Por supuesto, siempre hay matices, pero en general es un delito repudiado por la sociedad. Sin embargo, también es importante mencionar que actualmente existen herramientas que nos ayudan a prevenir, es decir a protegernos de estos crímenes, justo como lo hace el blindaje de autos.
En todo caso… ¿qué motiva a una persona a dañar a otra? Lo cierto es que las razones pueden ser muchas. Uno de los homicidios más famosos de la historia fue el de Cayo Julio César, que fue atacado en el Senado Romano por sus compañeros. César no estaba protegido por ningún guardia y fue interrumpido por el peso de la muerte, y aunque su mandato terminó abruptamente, no lo hizo su legado. Uno de ellos fue la importancia de la protección física para las personas poderosas, independientemente del origen del ataque.
Desde los tiempos del Imperio Romano los códigos legales son fundamentales para la vida en comunidad, sobre todo para responder a la necesidad de protección personal a través de reglamentos que garanticen, en la mayor proporción posible, la salvaguarda de la integridad física de los ciudadanos, sobre todo aquellos con funciones estratégicas.
Los altos funcionarios, empresarios o figuras públicas tienen como necesidad básica la protección de su integridad personal, por lo tanto, no pueden viajar en automóviles convencionales y siempre van acompañados de escoltas en autos blindados sedán o camionetas. Pero, lamentablemente, las condiciones de seguridad se han vuelto tan complejas que el blindaje de autos es fundamental para la movilidad de cualquier persona.
Afortunadamente, aunque hay reglamentos, las legislaciones actuales de casi todo el mundo permiten que individuos cuya seguridad se pueda ver comprometida, instalen blindaje automotriz en sus vehículos o camionetas. Es pues, una medida que se ha construido con el paso del tiempo y que, seguramente irá evolucionando, pero que ha llegado para quedarse.